lunes, 3 de marzo de 2014

Los riesgos de la guerra mediática

Adrián Uriarte- En Nicaragua dos actores claves aparecen en escena, el regreso del Cardenal Leopoldo Brenes y el Presidente Daniel Ortega. Dos actores sobre los cuales la opinión pública viene prestando especial atención en las últimas semanas. El primero por ser el nuevo príncipe de la Iglesia Católica en Nicaragua, y el segundo, porque ocupó las principales páginas y espacios audiovisuales debido al supuesto estado muy delicado de salud. Sin embargo, el gobierno muy estratégicamente y manejando oportunamente el tiempo mediáticamente, no pudo esperar el momento más clave que la llegada del nuevo Cardenal, para de un plumazo acabar con la guerra de rumores que en los últimos días ocupó la centralidad de medios que adversan la actual administración pública.


Con la aparición pública del presidente Ortega, las políticas editoriales e informativas de estos medios que vinieron alimentando el rumor sobre la salud delicada del presidente nicaragüense, por compromiso medianamente ético deberían ratificar este rumor. Hasta ahora los medios, lejos de corregir el sensacionalismo fabricado acerca de la salud del presidente Ortega han preferido fijar su atención sobre la llegada del nuevo Cardenal Brenes. Con este tipo de tratamiento de desinformación, los medios independientes lamentablemente quedan en mal predicado ante la opinión pública, por haber hecho a las fuentes anónimas que sólo contribuyeron a inflar una bola de nieve mediática la cual ahora se ha constituido en un boomerang contra la propia credibilidad de estos medios.

El gobierno, como buen conocer de la comunicación política, estratégicamente decidió despejar dudas en un momento histórico, precisamente cuando al menos la mitad de la población católica está pendiente del arribó del nuevo Cardenal de Nicaragua Leopoldo Brenes. En este episodio quedó evidenciado que los grandes riesgos de las guerras mediáticas, es que al final, los medios cuando abandonan los criterios elementales del periodismo, terminan tomando distancia del buen periodismo y se constituyen en aparatos de propaganda afines a grupos de presión que adversan la actual administración pública en Nicaragua. Una de lección básica que se puede extraer rápidamente de este caso, es que al final cuando los medios se alejan de los principios de veracidad y contraste de fuentes por pretender impactar a la opinión pública al final, terminan hipotecando y atentando contra su credibilidad sobre todo frente a la opinión pública que sabe leer en clave a los medios de comunicación.

Al final el balance de la opinión pública, termina favoreciendo a la administración pública actual que a su vez viene a reforzar una imagen de un gobierno que parece ser el preludio de una nueva relación cerca de la iglesia presidida por el Cardenal Brenes, en cambio, los medios críticos quedan muy débil frente a una sociedad que todavía no sana las venas de la polarización, muchas veces alimentada por la guerra mediática que en los últimos años se ha convertido en el pan cotidiano de la Nicaragua contemporánea, que lejos de encantar a la ciudadanía el interés por informarse terminan provocando una apatía mediática.   

¿Deben rectificar los medios de comunicación que inflaron la ola de rumor sobre el deceso del presidente Ortega? En cualquier sociedad con cultura mediática más madura, lo primero que haría sería por medio de  la sección del defensor del lector, sería dedicar un espacio para ratificar esta campaña de desinformación contra la salud del primer ciudadano de Nicaragua. Un escenario que muy difícil puede ocurrir en nuestro país, sobre todo porque históricamente los medios de comunicación, han asumido como verdad única, siempre tener la verdad única en el debate público, rectificar sería una especie de mea culpa, que lejos de atentar contra la credibilidad sería visto como una especie de doblegarse frente al poder, por esa razón, aunque hayan fallado en hacer lecturas ligeras en la opinión pública, prefieren guardar silencio o fijar su atención sobre otro hecho para borrar de la memoria social, que por cierto en Nicaragua es bien efímera. Sin embargo, luego de esta mala experiencia, insisto que los medios deben abandonar todo tipo de periodismo basada en fuentes anónimas. Para asumir esta nueva propuesta periodística se hace necesario que los medios ajenos a la influencia oficial, revisen sus políticas informativas y no olvidar que el principal rol que tienen en la sociedad es informar, no desinformar.  


Comunicólogo/adrianuriarteb@gmail.com




3 comentarios:

  1. Gracias por compartir tus apreciaciones Adrián. Me parece que habría que valorar si calificar "medios independientes", cuando se evidencia un sesgo político partidario.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Es interesante que hasta el tema de la salud se convierta en un hecho político mal intencionado. Lo triste es que Nicaragua, no crece por seguir con pensamientos de esta naturaleza.

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