Sin los medios y modos de autocomunicación de masa, no podrían concebirse los nuevos movimientos y las nuevas formas de política insurgente.
Manuel Castells
[caption id="attachment_704" align="alignleft" width="102" caption="Adrián Uriarte Bermúdez*"]

¿Qué hacer con Occupy Wall Street (OSW)? Es la gran pregunta que al menos en 2011, los estrategas de propagandas del gran capital en Estados Unidos no lograron resolver, debido a que este rebaño desconcertado (Chomsky), logró echar raíces mediáticas a nivel internacional. Contra pronóstico, OSW en pleno Siglo XXI germinó en la cuna de la globalización, y se extendió en 90 ciudades, cuyos miembros tuvieron como principal agenda: denunciar las desigualdades económicas y sociales. Pero más allá de la agenda de OSW, quedó en evidencia el descontento del poder con la prensa independiente por la sistematicidad en la cobertura (Stelter, 2011), y el especial eco mediático mostrado hacía este movimiento (O'Shea, 2011).