
El retiro de la cooperación de Dinamarca más allá de la oportunidad de observar las elecciones presidenciales, implican un tiro de gracia para el periodismo investigativo y cívico que venía cobrando auge en los medios, cuyos frutos en corto tiempo se tradujo en reconectar a la ciudadanía no como víctima o consumidor sino como protagonista de los asuntos de interés público.
El programa Vida en Democracia ejecutado por el Instituto de Estudios de Políticas Públicas (IEEPP) y la Fundación Violeta Barrios de Chamorro (FVCHB), incidió en las prácticas informativas de medios y periodistas, tejiendo desde las demandas locales una agenda de país. Diferentes temas cotidianos por primera vez fueron abordados con mayor profundidad y expuestos por sus verdaderos protagonistas entre ellos: las violaciones laborales de las domésticas; la mala atención en los hospitales en el interior del país; la explotación irracional de los recursos naturales en la reserva Bosawás; y la fiscalización de los proyectos hidroeléctricos Tumarín y Brito.
El informe Fondo de Apoyo al Periodismo Investigativo del IEEPP, presentado por Alfonso Malespín, destaca en total 170 investigaciones publicadas siendo los temas más abordados, violaciones de derechos humanos, desarrollo sostenible y defensa al medio ambiente, transparencia y rendición de cuentas en el Sector Público, transparencia y competencia del Sector Privado, y acceso y calidad de los servicios públicos. Estos datos revelan una ruptura en la monopolización que ejercen en la agenda de los medios la política y la economía.
Muchos periodistas lograron romper el esquema que el periodismo cívico se agotaba con la participación ciudadana. Históricamente los pocos esfuerzos de este tipo de periodismo antes del programa Vida en Democracia, se concretaban en las distintas manifestaciones de los consumidores, alza de energía, escasez de agua potable, tarjetas de crédito, aunque en la práctica los verdaderos protagonistas eran los dirigentes de estas organizaciones articulando los mensajes claves, mientras que la ciudadanía asumía el papel de masas repitiendo como consigna estos mensajes y no empoderandose de sus derechos.
Para ilustrar resulta válido recordar que durante el taller en Matagalpa sobre la despenalización del aborte terapéutico en el Día Nacional del Periodista, auspiciado por IPAS Centroamérica, los asistentes reconocieron que una de las lecciones aprendidas durante el programa Vida en Democracia, fue tener otra percepción sobre la ciudadanía como fuente de información. Aunque muchos admitieron que en temas de salud pública, como la despenalización del aborto terapéutico, todavía existe el desafío de cambiar la premisa que la ciudadanía no puede competir con los expertos, en términos técnicos y científicos. Luego llegamos al consenso que más allá de la iglesia, juristas y médicos, la mujer como principal protagonista de este problema debe encabezar el debate público en los medios.
En un año el periodismo cívico demostró que la ciudadanía no es que ha estado al margen del debate público, sino que la actual lógica con que se construye opinión pública, privilegiando a un puñado de actores tradicionales, ésta ha terminado por invisibilizar a otros actores. Cuando se revisan las fuentes de información de los trabajos publicados por el programa Vida en Democracia, se constata como el ciudadano común, se constituyó en actor central desplegándose en las páginas y espacios de los medios, más allá de los tradicionales sondeos en paradas de buses, mercados y barrios al que suelen normalmente ser relegados como fuentes de información.
El logro anterior denota que se invirtió la lógica de construir agenda, donde las rutinas, particularmente en los medios audiovisuales, ha sido primar las fuentes sobre los contenidos, normalmente los telediarios ponen el acento en lo que dijo el político, sin prestar interés en lo que dicen. Con el periodismo cívico se corrigió esta práctica, con la gama de historias abordadas a fondo, estimulando a su vez el reportaje tanto en los medios audiovisuales, como en prensa escrita. De esta forma quedó demostrado que la política y la agenda de los empresarios, no son los temas de mayor interés para la ciudadanía como pretenden hacer creer algunos medios en sus criterios de jerarquización.
Resulta alentador que otras experiencias de periodismo cívico se estén haciendo desde los medios como el caso del Semanario Confidencial con su reciente propuesta Reporte Ciudadano, y La Prensa, con Mi Noticia. Ambas iniciativas son síntomas de la necesidad de ampliar y diversificar temas y actores en los medios; y desde luego revertir la práctica predominante: fuente versus temas por temas versus fuente.
A pesar de estos avances, los retos continúan siendo mayores puesto que el modelo imperante de hacer periodismo persiste. El cierre de este programa plantea una serie de desafío a medios y periodistas. ¿Se continuará avanzando en relación a la necesidad de revertir el modelo de periodismo tradicional por un modelo más incluyente y participativo que acabe con el managuacentrismo y visibilice a las minorías? ¿Se romperá con el paradigma que la ciudadanía únicamente puede ser fuente de información como consumidor y víctima?
Cuando precisamente el programa Vida en Democracia comenzaba a germinar enrumbándose a cambiar el periodismo tradicional que en más de cien años ha estado ocupándose de fijar a los políticos como actores centrales, quienes ponen el tono y ritmo en la agenda pública, irónicamente la administración del presidente Ortega decidió no firmar el convenio con el gobierno Danés, sin medir que con este tipo de decisión no afectó un programa, sino se que cercenó el derecho de las minorías y los municipios de ser portadores de discurso público de sus propias realidades. ¿A qué se deberá que el mandatario no desea promover el periodismo cívico e investigativo?
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