miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un fauno en El Oriental

Adrián Uriarte Bermúdez

“Un Fauno en El Oriental”, uno de los textos ganadores del Certamen 2010 del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE), viene a ratificar que Edwin Sánchez pertenece a un grupo selecto de periodistas y escritores nicaragüenses; y además esta obra sin duda constituye otro logro para el periodismo durante el presente año.

Sánchez, en Un fauno en El Oriental, comprueba ser un escritor aventajado; su disciplina como periodista le ha permitido alimentar su faceta como escritor a partir de historias cotidianas. Hace del Oriental el Macondo de Gabriel García Márquez. Lo recrea a su imagen y semejanza, incorporando todos los elementos que dan vida al más populoso centro de compras: ruta 168, los retratos de las vendedoras con siluetas de Botero ensalzando al chancho frito; y desde luego sin faltar los olores y los gritos de la sopa de res, ¡la chicha de maíz!; zambulle al lector en ese río revuelto de literatura y periodismo. De no ser por la incorporación de Prosas Profanas, argumento clave en el texto, el lector asumiría que se trata de una crónica.

Aunque el autor aclara no ser dariólatra, ni mucho menos miembro de la maniática secta de dariófobos; de manera especial dedica el primer capítulo al fundador del Modernismo --paisaje en el que destaca también la figura del poeta Carlos Martínez Rivas--, pero con una salvedad: Sánchez muestra al Darío del pueblo, no al poeta elitista, como aclaró en una entrevista a la periodista Letzira Sevilla Bolaños. También en el relato El Aleph y Darío defiende enérgicamente la obra del bardo mayor ante el escritor argentino Jorge Luis Borges. En tono sarcástico, alude al Aleph del libro de cuentos del argentino. Sánchez, no anda con eufemismos. Directamente increpa a Jorge Luis Borges para que reconozca la obra del príncipe de las letras castellanas, afirmando irónicamente: “Borges, lo cortés no quita lo argentino”.

En la presente obra, una vez más se confirma la tesis de Gay Talese, quien señala que los signos de identidad e influencia literaria siempre han existido como un binomio entre los textos de periodistas-escritores, contemporáneos y sus predecesores. Los párrafos y figuras literarias de la obra, denotan un baño refrescante de las páginas de Rubén Darío, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernest Hemingway, Jorge Luis Borges, etc. Aunque Sánchez sea dueño de su propio estilo, como afirma el poeta Erick Aguirre, eso no resta que el resultado de sus relatos sea el resultado de la influencia literaria de ese nutrido grupo de grandes escritores y periodistas.

Un Fauno en El Oriental también se caracteriza por apropiarse de las premisas literarias del autor de El viejo y el mar, al emplear en su estética literaria frases cortas. En todo el cuerpo de los 19 cuentos, se ve retratada la formación periodística de Sánchez. Tiene ese vicio periodístico de decir la mayor cantidad de cosas en un mismo espacio, haciendo que el punto y seguido se convierta en el principal signo de puntuación. Recurso que para el académico peruano Mario Castillo Hilario, se trata de un valor agregado. “Esto ayuda a retener el mensaje. Se sabe que en una oración de más de 30 palabras el lector sólo comprende el 33% del contenido, mientras que de una de 20 palabras, el 90%”, afirma el periodista y escritor peruano.

El más reciente parto del editor de EL NUEVO DIARIO es un texto que se sustenta de infinitas técnicas de ficción para fabricar lo más sugestivos relatos de la realidad; es el resultado de la labor solitaria de toda una década. Un libro de cuentos en que principalmente los lectores nicaragüenses se sentirán identificados con las locaciones y personajes. Sánchez, lejos de estigmatizar el Oriental como el Corazón de las tinieblas, tal como lo suelen mostrar los noticieros de sucesos, hizo de este lugar su mundo mágico: el Macondo de Gabriel García Márquez, mostrando un ángulo humano y folklórico de sus personajes.

Como retrata Vargas Llosa en Conversación en la Catedral, una de las ventajas del periodismo bohemio era la formación literaria de los periodistas de esa época; hoy ante la cultura de la imagen resulta todo un desafío o una especie de suerte, encontrar en las escuelas o salas de redacción mentores que enseñen a la nueva generación amar la literatura como a los textos de comunicación, periodismo y nuevas tecnologías. Para las escuelas de comunicación este texto debería servir de aliciente para sopesar la importancia de la literatura en los planes de estudios. Los periodistas-escritores siempre tendrán una visión más crítica de la realidad, y un reconocimiento social. Sánchez plantea el desafío de pertenecer a ese grupo selecto.

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